La larga lucha por la vida del presidente Hugo
Chávez representa un serio dilema, un confuso laberinto para Venezuela, hoy
llamada República Bolivariana de Venezuela, al influjo precisamente del
liderazgo de un hombre extremadamente popular electo y reelecto en múltiples
ocasiones.
El primer gran dilema planteado profusamente previo
al 10 de enero, fecha constitucional de juramentación de los presidente
venezolanos, ha sido precisamente, si, al no prestar juramento ese día, debía o
no declararse la ausencia temporal o definitiva del mandatario, situación zanjada
con un solo y cortante hachazo por el Tribunal Supremo Justicia, TSJ, en una
decisión cuestionada por no pocos juristas constitucionales, en Venezuela y
fuera de allí.
Para cualquier observador desapasionado, desde
entonces debió iniciarse el proceso de transición con la declaratoria de la
falta temporal por 90 días, lo que generó una situación que, aunque santifica
por el Tribunal Supremo de Justicia, es claramente irregular, toda vez que el
mandatario no prestó juramento ni ante la Asamblea Nacional, ni ante el mismo
TSJ.
El drama para este maravilloso país, dividido entre
quienes aman, de forma delirante y, quienes odian, casi con igual delirio, al “comandante”,
es la definición clara de una ruta
institucional para la sustitución, ya inminente, de un líder carismático y
locuaz, al que el cáncer ha jugado una mala pasada con apenas 58 años, pero
luego de 14 años de ejercicio del poder.
El laberinto es complejo para las fuerzas chavistas,
para la oposición, para toda Venezuela, que vive momentos difíciles en su economía,
escases de productos básicos, devaluación de la moneda, ajustes económicos, todo
esto aderezado con meses de indefinición política por la difícil situación de
salud de Chávez el hermetismo, “a la
cubana”, impuesto por el régimen, hasta el punto de que ni siquiera aliados
tradicionales como Evo Morales han logrado verlo, pese a repetidos intentos.
Es claro que con las últimas declaraciones del ministro de Comunicación Ernesto Villegas en la que dice que: "Al día de hoy existe un empeoramiento de la función
respiratoria relacionado con el estado de inmunodepresión propio de su
situación clínica, actualmente presenta una nueva y severa
infección", ponen de
manifiesto de forma dramática el cuadro de salud del mandatario que ha estado
fuera de la vista del público desde el 10 de diciembre cuando regresó a Cuba
para nuevas intervenciones y tratamiento para el cáncer de pelvis que le
aqueja.
Si bien Chávez no ha tenido que viajar a caballo ni
en barco por el Magdalena, sus viajes entre Caracas y La Habana hacen recordar
el periplo de Bolivar entre Bogotá y Cartagena y Santa Marta, donde finalmente
murió, con apenas 47 años, periplo descrito brillantemente por Gabriel García Márquez,
en “El General en su Laberinto”.
El laberinto de la República Bolivariana entrará en
una etapa crucial en los próximos días ante la inminencia del desenlace
definitivo en la vida de la figura central de los últimos 14 años, a quien ya
parece imposible un milagro de la Divina Providencia que lo devuelva sobre sus
pies al Palacio de Miraflores.
Aunque Nicolás Maduro ha sido ungido por el líder
como su sucesor, está por verse si heredará el poder de inmediato, cuando se
convoquen elecciones ante la falta absoluta del gobernante, si tras la larga y
hermética convalecencia la mayoría de los venezolanos seguirá dando un voto de
respaldo a la memoria de Chávez o si por el contrario, decide apostar al
liderazgo opositor, que luce, desde fuera, que sólo cuenta con una carta,
Enrique Capriles, para competir con el chavismo gobernante, al que no le
temblará el pulso para usar los recursos que da el poder para tratar de
perpetuarse con Maduro.
El laberinto de Venezuela, está en el centro del
candelero, desde aquí solo resta orar para que los mecanismos democráticos
funcionen y el pueblo exprese libremente su voluntad, sobre si quiere seguir la
herencia de Chávez o apuesta a una nueva visión, cuando sea la hora. Esperemos.