José Rafael
Sosa, Servicio
Especial
La XXVIII Bienal llama a justicia por el valor que en general tiene su
veredicto, pero reclamar revisar criterios estéticos.
El evento tiene el valor de ser privilegiado campo de admiración de
público, estudio de quienes cursan estas artes e investigación de parte de
críticos y todo puesto en un solo lugar, en tanto es, además, es el más antiguo
de América, creado en 1942 por iniciativa
del entonces director general de Bellas Artes,
Rafael Díaz Nietzchse, impulsor del
movimiento nacional moderno de las artes plásticas en suelo quisqueyano.
La Bienal debe ser visitada y respaldada por el público durante los tres
meses que permanecerá disponible en tanto un espectáculo de arte, con altas y
bajas, pero que sin duda es la muestra más completa de la
producción artístico-plástica criolla.
El laudo de premiación es justo en el marco del universo plástico
dejado por el jurado la selección, que recibió 606 proyectos, y que
aprobó unos 200, de entre las cuales diez
fueron premiadas por sus méritos y
condiciones estéticas.
Pero algo no conecta….
Pero, de alguna forma, allá en el fondo de la garganta,
queda, ácido y latente, el sabor de que algo falta. No es que haya sido injusto
el resultado final. No. Fue justo en sentido amplio. Es que algo queda
suelto en la relación general de lo presentado.
¿Estaremos a la altura, con el grueso de estas obras de la Bienal,
de Arco Madrid, el mercado del arte visual que en la capital española
marca una pauta mundial y en la que vimos desfilar en sus
galerías hace 20 años, piezas similares a lo que aquí seguimos teniendo como
“lo último”.
Falta avanzar mucho más en las corrientes de vanguardias plásticas.
Sigue pendiente el desafío de la actualización, lo que no resta valor a
ninguna de las propuestas premiadas. Sentimos que sigue esperando
una consagración del arte visual dominicano.
Pintura y escultura
Siguiendo una lamentable tendencia internacional, la pintura, en tanto
arte noble y la escultura, siguen perdiendo espacios. Hay buenas piezas y
algunas francamente decepcionantes, pero son
pocas, en relación con las propuestas no tradicionales y se van destacando
más por escasas que por su presencia.
Los ausentes
De entre las firmas plásticas que son una marca, hay decenas que se abstuvieron de presentar
obras quien sabe si por el deseo que se
destaque el nuevo talento, por no competir o porque lo les dio el tiempo o las
ganas de hacerlo, o porque entienden que la Bienal ha perdido valor expositivo.
Evaluación de los premios
Raúl Morilla, con su instalación Claustro para el Edén Morilla
convoca encierro, soledad, opresión y silencios.
La instalación, ubicada en la planta 0 (sótano, al lado del patio
Español) del Museo de Arte Moderna, constituye un trabajo de una enorme demanda
conceptual y de elaboración con la sincronización y producción visual de sus
elementos de video, jugando con el desnudismo masculino sin alborotar pieles
sensibles. Merecido el laudo.
El jurado de premiación fue integrado por Jorge Severino;
Danilo De los Santos; y como invitada internacional, la catedrática
en la Universidad Bordeaux Montaigne, directora del Centro de Investigación
Carhisp (AMERIBER), Michèle Dalmace.
El maestro de la plástica invitado
de honor es Fernando Peña Defilló, creador visual con una sólida formación y
ejercicio tanto en el país como en Europa, y de cuya obra se inauguró una
muestra en la galería del Palacio de Bellas Artes como parte del programa de la
Bienal
Tony Capellán, instalador y poeta, es el invitado especial. Sus
instalaciones, ubicadas en una sala especial, se basan en la recolección de
materiales desechados y recogidos a la orilla del mar. La pena es que la
principal no se pueda apreciar por no contar con un punto de vista a una altura
que facilite su mejor perspectiva.
La lógica mandaba que fuera ubicada en el piso O, ¿sótano?- de MAM para que se viera desde todos
los pisos. Capellán es el tipo de artista coherente y auténtico que ha
desarrollado mil batallas a partir de su forma de ser. Nobleza estética y
militancia desde sus criterios, le adornan.
Los nueve Premios Igualitarios,
cada uno con 250 mil pesos de dote, por en las categorías, fueron asignados
así:
Acciones plásticas resultó ganador “Microcosmos
VI”, del artista Joan Jiménez; una de las más actualizadas visuales
expresiones en la Bienal y consistentes en el desarrollo de su concepto. Tiene
sabor a calidad por el desarrollo de sus formas.
Cerámica correspondió a “Solo azul”, de Cristian
Tiburcio, con un trabajo de técnica elaborada al detalle y evidenciando un
dominio total de la técnica. Armonía en sus formas.
Escultura, “M3”, de Delio García, re-elaboración a partir
de la cabeza de una excavadora mecánica, a la que otorga independencia
conceptual para transformarla como una criatura mecánica que amenaza o acentúa
el drama de la espera.
En dibujo, gana la obra titulada “Vaina mía”, de Magno Laracuente.
Fotografía, “Heredad”, de Angelita Casals, que
reivindica ternura, complicidad filial, conexión generacional y compromiso social. Realismo rural manejado
con acierto y que da cuenta de un ojo fotográfico para escenas producidas con
criterio.
Instalación: “«Saudade»”, de Ginny Taulé Paiewonsky, uno de
los más finos trabajos de la Bienal que, jugando con luces tenues y formas
acabadas, transmite un discurso intenso e interminable, oleadas de sensaciones
invaden a quien se deja arropar por su ambiente de soledad estética para
remover el tema de la violencia de género en torno al símbolo de la cama que
puede ser de relaciones de poder o de intensa pasión, todo depende.
Obra Gráfica: “La pena que nos une (serie Feminicidio)”, de Julio
César Peña, grito visual que rasga el alma de un artista varón que
se identifica frente a la epidemia de violencia contra las mujeres. Noble en su
elaboración, es expresión de actualidad técnica y cuidado del virtuosismo que
demanda su elaboración.
Pintura, “Desplazamiento involuntario”, de Carlos Baret, una
fina elaboración que sugiere la desestructuración del ser humano a partir de
una disección geométrica, que apunta la precisión de su técnica y la fuerza
inspiracional de su motivo.
Video y/o multimedia,”Luna Klolousky”, de Martín López (Estos
trabajos los comentaremos más adelante).
Las menciones de honor:
Fotografía “Cada cabeza es un mundo” de Guadalupe Rodríguez
Ortega;
Dibujo titulado “En un soplo” (tríptico)” de Inés Tolentino;
Obra gráfica “Dominicón: un baño de pueblo en gráfica” de Raúl Recio.
Apertura política
Quedan atrás los tiempos en que se limitaba el planteamiento político
plástico crítico, admitiendo, por parte de jurado de selección,
piezas de un alto contenido que ilustra y denuncia hechos de la realidad, tal
cual ocurre con la pieza No ha lugar, así se evacúa una sentencia, del artista
dominicano residente en NY, Dio-genes Abreu, quien la envió por Gadejo, en el convencimiento
de que sería rechazada. Abréu debe haberse llevado el susto de su vida al verse
seleccionado y en un punto muy destacado
de la Bienal (al descender las escaleras hacia el sótano. El jurado le dio una
lección de tolerancia y responsabilidad, al admitirla.